El artista y la modelo

Sinopsis

1943. En la Francia ocupada por la Alemania del Tercer Reich, un viejo escultor se siente cansado de vivir ante la barbarie y la locura humana que padece el mundo. Sin embargo, un rayo de esperanza aparece en su vida cuando se encuentra con una atractiva joven española, que se ha escapado de un campo de refugiados republicanos en territorio francés. Mercé le devuelve la ilusión perdida y comienza a trabajar como modelo para el anciano, estableciéndose una bonita historia de amistad entre ambos.

Uno de los grandes escritores de la escena europea, Jean-Claude Carrière, habitual colaborador de maestros del séptimo arte como Jacques Tati, Godard, Schlöndorff, Forman y, principalmente, Luis Buñuel (Belle de jour, Ese oscuro objeto del deseo), colabora con el realizador español Fernando Trueba, ganador del Oscar en 1992 por "Belle Epoque" y uno de nuestros baluartes tradicionales en el campo de la comedia nacional gracias a "Sé infiel, no mires con quién" o "La niña de tus ojos", en la puesta a punto de esta conmovedora historia sobre la vejez, sobre la vida y la muerte, la belleza y el desencanto del artista ante un mundo cruel e inhumano que ha dejado de inspirarle. Tras tocar otros géneros cinematográficos como el musical (Calle 54) o la animación, con la estupenda "Chico y Rita" (por la que fue nominado a un Oscar), Trueba expone magistralmente, en "El artista y la modelo", la relación que se establece entre este escultor, el "creador"que ha sido testigo de dos guerras y que espera la muerte junto a su fiel compañera, con su joven modelo, llena de vida y de convicciones que le han llevado a combatir contra el Ejército Nacional de Franco en la Guerra Civil a pesar de su corta edad (20 años)...mientras a golpe de cincel y de martillo, en la que seguramente va a ser la última obra del artista, va introduciendo diferentes disertaciones y reflexiones sobre la existencia humana.

El octogenario Jean Rochefort es uno de los grandes símbolos de la cinematografía gala, con una carrera profesional jalonada de grandes actuaciones como en "Ridicule. Nadie está a salvo" o "El hombre del tren", aunque todos, sin duda, le recordaremos como el obsesivo Antoine en "El marido de la peluquera" de Patrice Leconte. A su lado nos encontramos con otra celebridad de la gran pantalla, la tunecina Claudia Cardinale, asociada para siempre en nuestra memoria colectiva con películas de culto como "El gatopardo", "Los profesionales" o " Fellini 8½". En "El artista y la modelo", también hay que resaltar el trabajo de Aida Folch, a la que hemos visto en "El embrujo de Shanghai" o en "Salvador (Puig Antich)", que seguramente los espectadores recuerdan masivamente por su participación en la serie "Cuéntame", además de la veterana y genial Chus Lampreave, actriz cómica e indispensable en el universo de Pedro Almodóvar (Mujeres al borde de un ataque de nervios, Volver).

Crítica

A priori tiene hechuras de película menor, de capricho de transición, de cine minúsculo concebido como terapia para reposar de otros empeños más voluminosos. Es decir,El artista y la modeloparece lo que no es, una película puente entre dos proyectos de gran envergadura. No, de hecho, es esta una deuda antigua de Trueba con su malogrado hermano, escultor de profesión, una película demasiado precisa y mimada en los detalles como para ser fruto de un rodaje ligero, de transición, espontáneo y liberador.

EnEl artista y la modelocuenta cada gesto, cada susurro de pincel, cada ventana, luz yángulo, cada objeto y cada hueco. Trueba procede con una de sus películas de plástica más exuberante y compleja. Bajo la apariencia de una fachada de presupuesto bajo se esconde, de hecho, la mejor película del director madrileño en años. Una sentida, pero sobria, declaración de amor al artey una indagación, sobre todo, en el parentesco de este con lo vital, con los impulsos de una juventud que en el éxtasis creativo se propone o aparenta eterna.

El artista y la modelohabla del romance de un escultor con el arte que posterga eternamente la vejez y la muerte, un tributo a una manera sublime de mirar y aprehender la belleza, que se manifiesta en loínfimo, en el bodegón sobre una mesa de casa de campo, en un apacible atardecer boscoso o en la curvilínea geografía de una mujer, punto de intersección entre lo tangible y lo intangible, entre lo carnal y lo etéreo.

Trueba no quiere metáforas ni simbolismos de cajón que enturbien la despejada sensualidad del paisaje.El artista y la modelohabla de un hombre que pospone su cita con la muerte porque el impulso creador, y la pulsión sexual-vital resultante del éxtasis artístico es una fuerza demasiado intensa como para sucumbir a la losa de la edad y al último suspiro. Sin alardes escénicos, sin delirios poéticos o pretenciosas divagaciones sobre lo que es y significa ser un genio, Trueba se descuelga con una de las películas que con más sensibilidad y lucidez describen el proceso creador del artista en años, en una atmósfera y atrezo muy franceses, y no solo por el escenario de rodaje y por la lengua, en el que Jean Rochefort y Aída Folch cruzan miradas y funden complicidades postulándose como una de las parejas cinematográficas del año. Alrededor de ellos encuentra Trueba el pretexto para buscar y dar lo mejor de sí, poniendo la guinda a una semana insólita en la que ven la luz dos películas españolas (la otra esBlancanieves (2012)), con méritos de cine grande.